mareadigit@l

lunes, noviembre 20, 2006

Cambio climático

Las ciudades sumergidas por el mar... ¿realidad o ficción?En mi nueva etapa en la capital, donde he acudido a realizar un master en diseño y programación de proyectos web me he dado cuentas de infinidad de cosas. Madrid es una urbe enorme que dispone de todos los elementos de la era ultramoderna en que vivimos. Pero si hay algo que me haya llamado la atención de manera especial es el clima. De acuerdo, llueve normalmente varios días a la semana, pero ¿qué hay de la temperatura?.

Cuando me disponía a coger el tren que me llevaría a mi nuevo lugar de residencia desde Villena las últimas palabras de mi madre fueron: “Abrígate mucho que en Madrid hace mucho frío”. Y a eso iba predispuesto. Ahora llevo dos semanas y pico aquí y sin embargo, a finales de noviembre, todavía llego a ir en manga corta por las calles de la capital.

Me considero un ecologista y por eso empecé a darle vueltas a un tema que está tratándose a nivel internacional: el cambio climático. En un mundo únicamente preocupado por maximizar sus beneficios no tienen lugar las iniciativas que contribuyan al desarrollo sostenible de la sociedad. Y eso teniendo en cuenta que medio mundo no está desarrollado, porque si así fuera estaríamos viviendo en un desierto -aunque así y todo nos falta poco-.

Cada vez que pienso en el mundo que verán nuestros hijos y nietos un escalofrío recorre mi interior. Para nada me gustaría ser ellos, porque que a nadie le quepa duda de que vivirán en un planeta al borde del colapso, o ya colapsado, que es peor. Hay pocas iniciativas para fomentar un cambio en esta situación, y los pocos que hay no se cumplen -es el caso del protocolo de Kyoto-, especialmente por el país que muchos consideran el ‘referente mundial’ -mirad cómo me río (jajajajajajaja)-, dícese Estados Unidos.

El caso del territorio yanqui es paradójico: pretenden ser el motor que mueva el mundo, y por ello rechazan medidas ecologistas como la que se firmó en Kyoto escudándose en motivos económicos. Pero yo tengo una pregunta que lanzarle al Tío Sam. ¿De qué le sirve a un país querer ser la primera potencia mundial si dentro de pocas décadas ya no habrá pueblos a los que guiar? -en el 99’99% de las ocasiones mal guiados-.

El motivo es que, al ritmo que crecemos por no reducir las emisiones contaminantes -algunos lo intentamos, los yanquis ni eso- a este mundo que conocemos no le quedan ni 100 años de vida. Y luego en los medios aparecen catástrofes cada vez con mayor frecuencia y además nos extrañamos. Pero todavía no llegamos tarde; el mundo tiene que hacer un esfuerzo global para paliar la situación antes de que sea demasiado tarde.


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