Killer instinct

No sé por qué nos extrañamos tanto cuando suceden desgracias como los asesinatos a sangre fría que perpetró Cho Seung-Hui en la universidad norteamericana de Virginia Tech -me refiero a Estados Unidos-. En total 32 personas entre estudiantes, profesores y demás personal universitario fueron tiroteados por este surcoreano, compañero de clase de los chic@s a los que él segó la vida.

Y digo que no sé de qué nos extrañamos porque en los Estados Perdidos de Norteamérica es legítimo tanto la posesión como el uso de armas de fuego. Los estadoperdidenses dejan la puerta de sus casas -todas ellas casi íntegramente de madera, para que cualquier tormenta las tire abajo- abierta, por si acaso a alguien se le ocurre hacerles una visita y desvalijarlas. En cambio, si el 'inesperado visitante' se topa con el dueño, es fácil que éste vacíe el cargador de su 'pipa' contra el delincuente -que, por otra parte, también puede disponer de su propio método de autodefensa, también conocido como 'pipa'-.

Cualquier ciudadano norteamericano -¡toma pareado!- puede tener un facilísimo acceso a cualquier arma de fuego. Y digo cualquier arma de fuego porque los americanos no sólo compran pistolas: hay quienes -como la Asociación del Rifle, presidida por el mítico actor Charlton Heston- compran subfusiles semiautomáticos al nivel de los que tiene su Ejército de ocupación. Todo ello con la excusa de la autodefensa. Hay una manera muy sencilla de conocer cómo piensan los norteamericanos con respecto a este tema -salvando sabias y racionales excepciones-, plasmada por Michael Moore en la gran pantalla a través del documental 'Bowling for Columbine' -un caso muy similar al de la Universidad de Virginia, pero menos trágico en cuanto al número de víctimas-.



En definitiva: una sociedad en la que un alto porcentaje de la población no sólo considera que las armas de fuego son una excelente defensa -parece que no cuentan con que también son un excelente ataque-, sino que además dispone de ellas, no puede hacer como si una tragedia como la que provocó Cho Seung-Hui fuera algo imposible. Esto no quiere decir que el asesino -que, por cierto, dejó una nota en la que aseguraba que sus propios compañeros le 'obligaron' a hacerlo- no fuera un ser perturbado -seguro que era así; uno no va por ahí tiroteando a la gente a no ser que tenga un par de conexiones cerebrales inconexas-; sólo quiere decir que en un país con esas ideas ideas sobre las armas, cualquiera es un asesino en potencia.

Fotos de: El País y El Mundo.