¡Uno menos! pero...
Con el 'acueducto' que me he pegado en mi patria (Onil) no he tenido tiempo ni para ponerme al día de la actualidad, así que nada más levantarme hoy me he enterado de la noticia de la muerte del ex-dictador Augusto Pinochet -bien, coño, bien-. Hay muy pocas personas a las que les deseo este fin, pero Pinochet es uno de ellos, como también lo sería Franco si viviera. Esto quiere decir que ya queda una persona menos en este mundo que tenía mierda dentro de su cabeza; alguien a quien no le importaba asesinar masivamente a cuantos compatriotas hiciera falta para conseguir su objetivo; o lo que es lo mismo: poder y dinero.
Aunque lo realmente llamativo es que hoy, día de su entierro, haya gente allá en Chile que todavía acuda a su velatorio -seguramente serán los que se beneficiaron del mandato del susodicho asesino que, por cierto, tiene un auténtico repertorio de canciones dedicadas a él y en las que se le pone -. De todos modos, también acudirán a su entierro quienes todavía buscan a sus familiares desaparecidos durante la época en que Pinochet mantuvo oprimido bajo su yugo al pueblo chileno.
Mi padre a veces me dice: "muerto el perro se acaba la rabia". Pero esto no es suficiente, y si no que se lo digan al Señor Bush. El icono internacional de la democracia, de la libertad, etc... se está convirtiendo en un estado policial, siguiendo las directrices de uno de los planes más macabros que llego a entrever: la cultura del miedo, algo en lo que el Gobierno norteamericano se escuda a la hora de justificar la promulgación de leyes claramente inconstitucionales como la Patriot Act; o bien a la hora de invadir países que -¡qué casualidad!- prácticamente no tienen petróleo (intento ser sarcástico).
En definitiva, ha muerto un dictador, pero en cambio parece que surgen otros, aunque más bien encubiertos. Menos mal que Bush ya no puede campar a sus anchas gracias a la victoria demócrata en el Congreso y el Senado americanos.
Aunque lo realmente llamativo es que hoy, día de su entierro, haya gente allá en Chile que todavía acuda a su velatorio -seguramente serán los que se beneficiaron del mandato del susodicho asesino que, por cierto, tiene un auténtico repertorio de canciones dedicadas a él y en las que se le pone -. De todos modos, también acudirán a su entierro quienes todavía buscan a sus familiares desaparecidos durante la época en que Pinochet mantuvo oprimido bajo su yugo al pueblo chileno.
Mi padre a veces me dice: "muerto el perro se acaba la rabia". Pero esto no es suficiente, y si no que se lo digan al Señor Bush. El icono internacional de la democracia, de la libertad, etc... se está convirtiendo en un estado policial, siguiendo las directrices de uno de los planes más macabros que llego a entrever: la cultura del miedo, algo en lo que el Gobierno norteamericano se escuda a la hora de justificar la promulgación de leyes claramente inconstitucionales como la Patriot Act; o bien a la hora de invadir países que -¡qué casualidad!- prácticamente no tienen petróleo (intento ser sarcástico).
En definitiva, ha muerto un dictador, pero en cambio parece que surgen otros, aunque más bien encubiertos. Menos mal que Bush ya no puede campar a sus anchas gracias a la victoria demócrata en el Congreso y el Senado americanos.
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